JOSÉ MARÍA GARCÍA

Sobre Mí:

Como amante de la Naturaleza y el Silencio, tanto interno como externo, intento compaginar la vida familiar, disfrutando de mi mujer y mis hijas y el ajetreo diario, con la vocación de monje y una  actividad más interior y pausada.

Viajero incansable no sólo por devoción sino también por obligación, un día decidí parar e iniciar el viaje más interesante que se puede emprender en la vida. Ese viaje al interior de uno mismo, que representa el mayor reto que un ser humano puede afrontar en su existencia. En ese continuo proceso de profundización y transformación se encuentra mi caminar.

Consciente de la importancia de la auto observación y el auto conocimiento, que ya nos recomendaban los sabios griegos, incorporé hace tiempo la meditación y el mindfulness a la rutina de cada día.

Tras años de retiros, formación específica y práctica meditativa, el camino de la instrucción y el acompañamiento surgió de forma natural, no sólo como vivencia profesional, sino como inquietud personal.

Aficionado al estudio de las diferentes tradiciones sapienciales, filosóficas y místicas, y de sus variadas técnicas y enseñanzas, disfruto también el silencio en sinagogas, mezquitas, iglesias o monasterios y templos de cualquier orden. Los grandes y pequeños centros espirituales del mundo se convierten así en método de experiencia y observación, y en otro medio de conectar con la esencia que a todos los seres humanos nos une en esta gran aldea global.

Ese aprendizaje sin fin también incluye en mi caso el conocimiento del cuerpo, la alimentación consciente, el Yoga o las meditaciones activas. Asimismo, la mente y su aspecto inconsciente y terapéutico son materias de interés, en un desarrollo integral que es tan recomendado por la Escuela.

Finalmente, en este punto del camino, no puedo sino compartir el profundo agradecimiento a la vida con todo lo que conlleva, enfermedad, salud, alegría, tristeza, abundancia, escasez, compañía o soledad. Todo, absolutamente todo, es una aventura en el devenir diario y cotidiano cuando se vive desde ese espacio de conciencia más allá de nuestra historia personal. Es entonces, cuando lenta o repentinamente, sin buscarlo ni desearlo, se va entrando en ese estado en el que sobran las palabras, y recordamos lo que en verdad somos.