LA MEDITACIÓN CURA. LA MEDITACIÓN TRANSFORMA
Hoy en día sabemos que los beneficios de la meditación son innumerables. Lo que hasta hace poco pertenecía al ámbito espiritual, de la intuición y la experiencia que transmitían los expertos meditadores, hoy se confirma y amplía en numerosas universidades, institutos y laboratorios que, gracias a los grandes avances en neurociencia, no cesan de asombrar al mundo con los beneficios medibles en el campo neurológico, bioquímico y conductual que derivan de esta disciplina milenaria.
Los beneficios de la meditación son realmente sorprendentes, y a medida que la ciencia lo investiga con más profundidad, más beneficios aparecen. Teniendo en cuenta estas investigaciones de manera resumida podría señalarse lo siguiente:
- La meditación favorece un aumento de la serenidad y la sensibilidad en la vida diaria, el incremento de nuestra capacidad de empatía hacia los demás, y una activación extraordinaria de la lucidez mental.
- Drena el inconsciente y purifica la mente de contenidos conflictivos. Eleva el bienestar psicológico a la vez que desciende el nivel de incertidumbre, miedo y ansiedad.
- A nivel físico, la práctica asidua produce una disminución de la presión sanguínea, se armoniza el ritmo cardíaco y operan cambios en el metabolismo. Durante la práctica, desciende el ritmo respiratorio con lo que el metabolismo energético se sitúa en un nivel más lento al habitual. Esto quiere decir que se reduce el nivel de excitación cortical y el sistema se vuelve, por tanto, más sereno y creativo.
- En el plano bioquímico se reducen los niveles de lactato y de la hormona cortisol en sangre, que intervienen en la respuesta al estrés. Existe sobrada evidencia en la reducción de la presión sanguínea, la disminución del colesterol y la prevención de las enfermedades coronarias.
Cuando las personas están emocionalmente afligidas o contraídas, las zonas más activas del cerebro forman un circuito que desemboca en la amígdala, los centros emocionales del cerebro, y la corteza prefrontal derecha, una región cerebral importante para la hipervigilancia típica de las personas sometidas a estrés. La práctica continuada reduce la actividad de esta zona, así como la actividad de la amígdala, incrementando el lado izquierdo del lóbulo frontal, que es la zona que se activa cuando sentimos “bienestar y felicidad”.
- Efectuando mediciones a través de los registros encefalográficos, se observa que durante la práctica aparecen ondas cerebrales más lentas y mejor sincronizadas, con predominio de ondas “alfa” en los primeros episodios, y ondas “theta” en los niveles más avanzados. Asimismo, se observa que los meditadores tienden a desarrollar e intensificar las habilidades atribuidas al hemisferio derecho, como la intuición, la creatividad, la afectividad, la globalidad, etc.
- La respiración consciente sosiega el sistema nervioso. La atención se estabiliza neutralizando la dispersión e hiperactividad. Suavemente, el cerebro se reajusta en ondas cerebrales más ordenadas y coherentes. Este equilibrio entre el sistema nervioso central y el autónomo tiene grandes repercusiones en el estado de salud en general, como, por ejemplo, en el tratamiento del insomnio.
- Aproximadamente el 50% del tiempo del estado de vigilia nuestro cerebro está “distraído”, perdido en un flujo incesante de pensamientos sin dirección y sin sentido aparente. Lo más significativo es que estos niveles tan altos de actividad se dan durante los estados de “reposo”. Lo que en términos científicos se denomina “red neuronal por defecto” en la tradición budista se conoce como “la mente de mono”. Son esos momentos de ensoñación en los que no tenemos la atención sobre nada, en donde la mente simplemente se mueve sin orden ni dirección, saltando de un pensamiento a otro sin estructura o disciplina alguna (como un mono que juega saltando de rama en rama). Podría pensarse que esos momentos son relajantes, pero algunos estudios han demostrado que cuanto más deambula el cerebro, menos feliz es la persona. Se sabe que este deambular está relacionado con el déficit de atención, los trastornos de ansiedad, y el victimismo, entre otros.
Los estudios señalan que la práctica regular de la meditación puede mejorar la capacidad de limitar los pensamientos recurrentes y obsesivos que acompañan a muchos trastornos psicológicos. La meditación afecta y regula esta red neuronal por defecto, minimizando el gran desgaste psicológico que produce.
- Los registros del metabolismo que han sido llevados a cabo en practicantes avanzados de meditación, dejan ver que su estado es muy similar al del sueño profundo y al de ensoñación, aunque con la gran diferencia de que su autoconciencia permanece despierta. Por esta razón, muchos psicoterapeutas recomiendan la práctica de meditación en sus pacientes, ya que este estado de ensoñación consciente facilita el acceso a los contenidos inconscientes, así como la autoconciencia necesaria para una correcta integración de los mismos en la estructura mental consciente (ego).
A la vista de estas investigaciones, podríamos afirmar que meditar puede transformar por completo nuestra vida. La práctica permite equilibrar y regular saludablemente nuestra naturaleza psicofísica, a la vez que invita y favorece la revelación de nuestra naturaleza profunda. Meditar propicia la ampliación de nuestro sentido de identidad (habitualmente limitado a la personalidad) hacia una realidad más esencial, ilimitada y atemporal. Esto, en sí mismo, es el principal “beneficio”, lo que verdadera y efectivamente puede llevarnos más allá del conflicto, más allá de la tensión egocéntrica y del sentido de separatividad como raíz de nuestra “problemática humana”.
La meditación es el «laboratorio» que reúne las condiciones adecuadas para cultivar la atención consciente y, por ende, corregir los errores de percepción que constituyen la causa profunda del sufrimiento y los desequilibrios humanos.
[Dokushô Villalba]